Lo que cambia no es mi sentir sino la manera de acompañarme cuando siento.
Las mismas heridas puede que continúen estando, posiblemente viviremos experiencias que nos las recuerden una y otra vez, pero se trata de ir practicando el amor que va creciendo en nosotros, se trata de ir acogiéndonos y acogiéndolas cada vez que se presenten, no que desaparezcan, no que nada sea distinto a lo que sentimos, a lo que es.
Si queremos que algo desaparezca estamos volviendo a hacer lo mismo que hemos hecho durante toda la vida, no nos estamos aceptando, no nos estamos amando, nos estamos abandonando. Abandonando porque sentimos de una manera que se supone que no debemos sentir, porque estamos siendo algo que se supone que no debemos ser. ¡Pero si somos esto! Precisamente somos todo esto, este ser sensible que teme, que siente, que se experimenta sintiendo, este ser sensible que ha estado acostumbrado a buscar el amor afuera, la aprobación fuera, pero estamos volviendo al centro, lo estamos aprendiendo a hacer diferente.
Es justo allí, en ese momento, cuando tomamos consciencia de que estamos repitiendo el mismo patrón de desamor, que podemos comenzar a transformar la historia. Y lo que se transforma no es la historia en sí, sino mi manera de percibirla, mi manera de percibirme en ella. Lo diferente es que ahora recuerdo que éste es el preciso momento para comenzar a darme amor, con todo, a pleno, sin excepción.
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