Soledad que me despierta, que me permite enfrentarme a mis miedos más profundos, que me permite reconocer verdaderamente quien soy. Valioso estado en el que quedo desnuda, en el que no hay nada que pretender ni ocultar, no hay ningún lugar que alcanzar, aprendo a escucharme en mi silencio, estoy conmigo.
El camino de reconocimiento de nuestro poder muchas veces se torna solitario, solitario porque hemos elegido enfocar nuestra energía en aprender a darnos, porque hemos tomado la valiente decisión de no evadir más, de no tapar más con un otro o con un algo, porque hemos decidido profundizar en nuestra vacuidad. El compromiso es con nosotros mismos, el verdadero compromiso siempre ha sido con nosotros mismos, y de allí se desprende todo lo demás, lo interno inevitablemente se refleja en lo externo.
Y he decidido no correr más de mí misma, he decidido quedarme conmigo y atravesar, atravesar el éxtasis y el desespero, atravesar el dolor y el desasosiego, atravesar la alegría y la plenitud de reconocerme, de aprender a danzar conmigo junto a mi poder y mi vulnerabilidad. Y me alimento y florezco, me acompaño y me fortalezco, aprendo a habitar en mí, el camino hacia mí misma siempre fue y ha sido la clave, el aprender a permanecer en mí, para poder poner en marcha mi propósito de vida, para entregar toda mi luz, para expresar mi amor sin exigencias ni limitaciones, para compartir mi amor desde mi plenitud.
