El dolor me muestra lo que me estoy privando de ser, lo que estoy dejando de lado y forma parte de mí, lo que me estoy negando a mi misma, me muestra a lo que me estoy resistiendo.
He elegido permitir quebrarme, caer de rodillas, y con el corazón abierto abrazar la tierra que me sustenta, que me permite experimentar todo lo que soy en este cuerpo, que me nutre, me fortalece y me recuerda mi lado humano y vulnerable, no hay nada que pretender, no hay un estado particular al que llegar, más que aceptar a pleno mi humanidad, mi alegría, mi dolor, mi tristeza, mis constantes dudas, mi exigencia, el rechazo que puedo sentir por mi misma al sentirme desconectada, la intención titubeante y poderosa de elegir abrazarme para volver a mi.
Y vuelvo a mi, recordando que es un ir y venir, que soy la inhalación y exhalación del universo, que soy la contracción y dilatación de un único corazón, y recuerdo, que es necesario sentirme desconectada para que se quiebren estructuras internas y ampliar mis propios horizontes, para soltar juicios que me han esclavizado y me alejan del amor, mi propio amor, porque sólo penetrando y honrando mis raíces y esta digna vulnerabilidad puedo abrirme a experimentar el cielo, el cielo aquí en la tierra.
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