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Liberación

¿De qué manera me evado de mí misma? Cómo me oculto información para evitar sentir, para no atravesar el dolor, para satisfacer una necesidad buscando colmarla fuera, escindiéndome de mi propio poder, de mi propia capacidad de nutrirme, condenándome al sufrimiento al esperar recibir algo de un otro. Y si lo recibo, ¡es momentáneo! Es una ley de vida, vinimos a este mundo a aprender a ser nuestra propia fuente de amor y abastecimiento, y la exigencia al otro más tarde o más temprano tiene que caer, al encontrarme con mi propio vacío, al tomar consciencia de que lo que el otro me entregue nunca será suficiente, que mi herida se convierte en un agujero sin fondo si no me encargo yo misma de entregarme amor.


Cierro los ojos cuando no quiero ver, cuando me es más cómodo continuar con el discurso que conozco, cuando quiero fundamentar mi supuesta verdad sin ver la totalidad del paisaje, sin atender muchas veces las señales que me dicen: "¡NO! No es por aquí, atiéndete, hazte cargo de ti, ¡No te engañes!", pero en ese momento necesitas vivir esa experiencia, necesitas perderte para quebrarte, necesitas encontrarte una vez más cara a cara con tu dolor, necesitas vivir a pleno tu repetición para reconocer que hoy, con mayor consciencia, tienes la fuerza para levantarte, que hoy puedes poner amor en donde ha faltado, y continuar caminando, continuar caminando.


Estamos aquí para expandirnos, para ampliar la mirada que tenemos de nosotros mismos, para quebrar las máscaras con las que hemos cargado durante tanto tiempo, para liberarnos de condicionamientos, y aprender a vivir con honestidad, aprender a vivir desde el amor, y llega un momento en el que la repetición de los mismos patrones se hace insostenible y necesitamos urgentemente movernos de lugar, nuestro Ser nos lo grita, nuestro Ser nos lo pide, y no podemos continuar huyendo más, sino elegir valientemente mirar, y salir de lo que a cuenta gotas nos está restringiendo, de lo que nos está opacando, necesitamos saltar.


Y mientras atravieso este proceso, permito que la sensación de dolor invada todo mi cuerpo, me arrodillo ante mi misma, me arrodillo ante el error, me arrodillo ante el maestro que vino a mostrarme la manera en la que me vinculo conmigo, que me está mostrando sus heridas para poder ver yo las mías, que me está espejando el lugar donde necesito amar y levantarme, el lugar donde necesito confiar. Y decido con valentía abrazar la experiencia, rendirme ante ella, asumir la lección, porque no puedo continuar yendo en contra de mí misma, porque estoy aquí para restablecer el amor, mi propio amor.




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